La actitud del practicante de Karate-Do
Muy buen artículo, para leer, aplicar y practicar en todo momento
Fuente: https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=1640135609548752&id=1557160354512945&substory_index=0
Cuando un alumno de Karate-Do llega al Dojo, debería tener claro que allí no sólo va a ejercitarse físicamente, pues, además del cuerpo, en el entrenamiento es preciso incluir la mente y el espíritu. En la práctica del Budo, estos tres factores, cuerpo, mente y espíritu, son inseparables y deben entrenarse de una forma integral; para ello es necesaria la total atención y concentración en nuestros actos, máxime cuando de ellos puede depender nuestra vida o integridad física. Es lo que los maestros japoneses llaman “Shin-Gi-Tai”. El Shingitai hace referencia a las tres cualidades que deben manifestar los danes y kyus: Shin o el espíritu, el carácter; Gi o la técnica en el arte practicado; Tai o los elementos corporales. Otra interpretación sería: Shin o el cielo, Gi o la tierra, y Tai o el hombre; reunir estos tres elementos.
Aclaración: Cuando realizamos un “Gedan-barai”, es evidente que se trata de un acto físico, pero lo realmente importante no es la acción muscular sino la actitud e intención con la cual ejecutamos la técnica, ya que ésta sólo será efectiva si realmente está involucrado todo nuestro ser. ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Cómo pueden desarrollarse técnicas verdaderamente eficaces? Reflexionemos: Si durante la práctica nos distraemos y hablamos con los compañeros; si esperamos con ansias las pausas o descansos y además los desperdiciamos para hablar; si nos preocupamos por cuánto falta para acabar; si tememos que nos toque un compañero que trabaja muy fuertemente; si pensamos -exteriorizándolo o no- “¡Uff, otra vez este kata…!”, si dudamos de la metodología del Sensei (el que ha vivido-el maestro) y, en definitiva, si ocupamos nuestra mente en cosas o acciones ajenas al entrenamiento, nos estamos alejando del sentido original de la práctica del Budo.
Por consiguiente, los practicantes deberían adoptar la siguientes normas:
– Evitar las distracciones e interrupciones sin motivo justificado.
– Realizar rápidamente y sin comentarios superfluos los cambios de compañero, con el fin de no romper la armonía y el flujo energético.
– Retirarse a un lado del tatami o tapiz, si se encuentran mal para reintegrarse al entrenamiento cuando se encuentren mejor.
– Esperar a las pausas (yame) o a los descansos (naote) para preguntar las dudas al Sensei.
– Solicitar la autorización para del Sensei para entrar y salir de la clase.
El alumno sincero debe practicar en todo momento con los cinco sentidos puestos en cada gesto, en cada acción y en cada una de las técnicas que realice, como si fuese la última vez que practica el arte y quisiese saborear a fondo cada momento, cada instante, cada movimiento. De igual manera, en los ejercicios con parejas o con compañeros debe dar lo mejor de sí mismo, haciendo hincapié en la entrega y decisión en sus defensas y ataques, buscando la armonía y progreso mutuo.
Para ello, un verdadero karate-ka, o practicante de Budo, debe evitar las siguientes conductas o actitudes:
– Practicar sin motivación y sin intentar superarse día a día.
– Hablar, distraerse o no estar atento durante la práctica.
– Correr el riesgo de lesionarse o dañar a los compañeros por satisfacer su ego, por ira, rabia, temor, etc.
– Que el grado o éxitos deportivos se le suban a la cabeza.
– Sentirse superior o más calificado que otros compañeros.
– Hacerse notar, vanagloriarse o jactarse de proezas, etc.
– Tratar de imponer criterios personales, incluso a sabiendas que no son los del Sensei.
– Cuestionar o discutir las enseñanzas del Sensei o jactarse de ello públicamente.
– Subestimar a los demás para enaltecerse él.
– Crear enemistades entre los compañeros o entre las personas.
– Hablar mal o criticar otras artes del Budo o a sus practicantes. Poner en tela de juicio los conocimientos o destreza del Sensei o de otros compañeros.
– Opinar o criticar sobre los grados o cinturones otorgados por el Sensei a los demás alumnos.
– Abusar de la confianza del Sensei o de los demás compañeros.
– Ser violento, egoísta, orgulloso, engreído o mal intencionado.
En definitiva, sería muy deseable que los practicantes se entregaran al máximo en las clases, como si su vida dependiera de ello; pero siempre con el control físico y emocional que da el sentido común. Además, en todo momento deben velar por mantener a raya las debilidades, defectos o tentaciones que cotidianamente acechan al ser humano esperando ver una apertura de su kamae (guardia)… metafóricamente hablando.
Otro aspecto a considerar, el más importante de todos según el maestro Kenwa Mabuni, es que el Karate-Do puede y debe practicarse durante todo el día, y esto es posible si somos plenamente conscientes de nuestros actos en todo momento. Por ejemplo: entrenando nuestra respiración, con la postura corporal correcta, con la actitud hacia los demás, con la atención al entorno, y en síntesis, abordando los problemas cotidianos con espíritu de Karate-Do.
Aclaración: Cuando realizamos un “Gedan-barai”, es evidente que se trata de un acto físico, pero lo realmente importante no es la acción muscular sino la actitud e intención con la cual ejecutamos la técnica, ya que ésta sólo será efectiva si realmente está involucrado todo nuestro ser. ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Cómo pueden desarrollarse técnicas verdaderamente eficaces? Reflexionemos: Si durante la práctica nos distraemos y hablamos con los compañeros; si esperamos con ansias las pausas o descansos y además los desperdiciamos para hablar; si nos preocupamos por cuánto falta para acabar; si tememos que nos toque un compañero que trabaja muy fuertemente; si pensamos -exteriorizándolo o no- “¡Uff, otra vez este kata…!”, si dudamos de la metodología del Sensei (el que ha vivido-el maestro) y, en definitiva, si ocupamos nuestra mente en cosas o acciones ajenas al entrenamiento, nos estamos alejando del sentido original de la práctica del Budo.
Por consiguiente, los practicantes deberían adoptar la siguientes normas:
– Evitar las distracciones e interrupciones sin motivo justificado.
– Realizar rápidamente y sin comentarios superfluos los cambios de compañero, con el fin de no romper la armonía y el flujo energético.
– Retirarse a un lado del tatami o tapiz, si se encuentran mal para reintegrarse al entrenamiento cuando se encuentren mejor.
– Esperar a las pausas (yame) o a los descansos (naote) para preguntar las dudas al Sensei.
– Solicitar la autorización para del Sensei para entrar y salir de la clase.
El alumno sincero debe practicar en todo momento con los cinco sentidos puestos en cada gesto, en cada acción y en cada una de las técnicas que realice, como si fuese la última vez que practica el arte y quisiese saborear a fondo cada momento, cada instante, cada movimiento. De igual manera, en los ejercicios con parejas o con compañeros debe dar lo mejor de sí mismo, haciendo hincapié en la entrega y decisión en sus defensas y ataques, buscando la armonía y progreso mutuo.
Para ello, un verdadero karate-ka, o practicante de Budo, debe evitar las siguientes conductas o actitudes:
– Practicar sin motivación y sin intentar superarse día a día.
– Hablar, distraerse o no estar atento durante la práctica.
– Correr el riesgo de lesionarse o dañar a los compañeros por satisfacer su ego, por ira, rabia, temor, etc.
– Que el grado o éxitos deportivos se le suban a la cabeza.
– Sentirse superior o más calificado que otros compañeros.
– Hacerse notar, vanagloriarse o jactarse de proezas, etc.
– Tratar de imponer criterios personales, incluso a sabiendas que no son los del Sensei.
– Cuestionar o discutir las enseñanzas del Sensei o jactarse de ello públicamente.
– Subestimar a los demás para enaltecerse él.
– Crear enemistades entre los compañeros o entre las personas.
– Hablar mal o criticar otras artes del Budo o a sus practicantes. Poner en tela de juicio los conocimientos o destreza del Sensei o de otros compañeros.
– Opinar o criticar sobre los grados o cinturones otorgados por el Sensei a los demás alumnos.
– Abusar de la confianza del Sensei o de los demás compañeros.
– Ser violento, egoísta, orgulloso, engreído o mal intencionado.
En definitiva, sería muy deseable que los practicantes se entregaran al máximo en las clases, como si su vida dependiera de ello; pero siempre con el control físico y emocional que da el sentido común. Además, en todo momento deben velar por mantener a raya las debilidades, defectos o tentaciones que cotidianamente acechan al ser humano esperando ver una apertura de su kamae (guardia)… metafóricamente hablando.
Otro aspecto a considerar, el más importante de todos según el maestro Kenwa Mabuni, es que el Karate-Do puede y debe practicarse durante todo el día, y esto es posible si somos plenamente conscientes de nuestros actos en todo momento. Por ejemplo: entrenando nuestra respiración, con la postura corporal correcta, con la actitud hacia los demás, con la atención al entorno, y en síntesis, abordando los problemas cotidianos con espíritu de Karate-Do.
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