Kime se refiere al instante final de una técnica, etimológicamente es una contracción del término Kimeru (決 め る) que literalmente se traduce como “Decidir” o “Determinar”, se refiere a “Meterse algo en la Cabeza” o incluso “Hacer algo poniendo el alma en ello”, esta traducción literal involucra la capacidad para atacar o defenderse con determinación, y lo que es más importante, a terminar el ataque o la defensa con rapidez de decisión y convicción. Pero hablando en términos de desarrollo físico y bienestar (por no decir deportivo), quiere decir “Llevar a cabo un movimiento con éxito”. En referencia a esta última concepción podemos decir que emplear el Ki es uno de los objetivos principales de todo artista marcial.

El entrenamiento para realizar una técnica con Kime no es nada específico, consta de varios puntos que recitamos en secuencia pero que deben ser entrenados por separado. Iniciar cada movimiento con la vista enfoca el Kami Tándem hacia nuestro objetivo, debemos prestar especial atención a la postura, la correcta posición de los pies determina la estabilidad y alinea el Hara con nuestra trayectoria de desplazamiento, en tercer lugar está la actitud, la determinación de atacar o defenderse se manifiesta a través de la mirada, como instancia final nos centramos en la técnica, no importa si vamos a efectuar un movimiento defensivo u ofensivo, lo importante es emplear el sentido de acción, de movimiento, de vigor con habilidad.

Ciertamente ya habrás recitado mentalmente los cuatro pasos para realizar cada técnica con efectividad, sino, es tiempo de ponerse a repasar:

 

一顔

二足

三胆

四力

        ICHI GAN         NI SOKU         SAN TAN       YON RYOKU

 

                   Alguno de los términos suenan familiares: Ichi, Ni, San, Yon, son los números del uno al cuatro. Las otras expresiones: Gan, Soku, Tan, Ryoku, se refieren a Mirada, Pies, Actitud y Técnica respectivamente. Como pueden ver, los ojos están en primer lugar acorde al orden de importancia, y la técnica al final. Cada técnica debe realizarse manteniendo contacto visual con el objetivo. Debes observar a tu oponente y anticipar su siguiente movimiento, predecir qué es lo que va a hacer.

                   Un-Soku significa tanto trabajo de pies, como movimiento de piernas. Las técnicas no se ejecutan únicamente con las manos o los brazos, hay que tener siempre en cuenta que las piernas, los pies, la parte baja de la espalda y la cadera son de vital importancia al momento de efectuar cada movimiento. Debemos tener piernas fuertes y pies arraigados para mejorar la aplicación del Kime. Mucha gente intenta golpear de segmento, y como resultado, sus ataques son tan débiles como las fintas (movimientos de engaño). Si queremos efectuar un golpe efectivo debemos involucrar a todo el cuerpo, entrenar con determinación, ejecutar los movimientos con decisión y valentía. Acostumbrar la mente para no sentir miedo cuando nos enfrentamos a nuestros oponentes, sin importar su complexión, fuerza, motivaciones o habilidad.

                   Es bueno saber y tener en cuenta que tanto la intención como la técnica (San-Tan, Yon-Ryoku) toman el poder que proviene del núcleo del cuerpo, denominado Hara (Seika-Tándem), aproximadamente a tres dedos debajo del ombligo. Es donde se crea y almacena toda la energía “Ki” de nuestro organismo. Cuando hacemos Mokuso (Meditación), debemos concentrarnos en relajar todo el cuerpo, dejar la mente en blanco y concentrarnos en la respiración, en sentir ese flujo de aire y llevarlo hacia el Hara.

                   Por último, Ryoku pretende expresar la idea de «Poder» (Aunque la traducción literal de Poder es “Chikara”). Pero aquí también se trata de la Aplicación del Poder de las Técnicas. Todos debemos recordar que Karate no se trata de musculatura. Algunas personas simplemente golpean con fuerza debido a su complexión, cuando tenemos la suerte de encontrar a un rival así en donde entrenamos o cuando nos enfrentamos a oponentes con estas características, debemos encontrar la manera de sacarle provecho a esta desventaja, enfrentarlos como si se tratara de un juego de Piedra, Papel o Tijeras. La agilidad o la velocidad serían las Tijeras, una postura firme y decidida el Papel, y un golpe con fuerza y firmeza se asemejaría bastante a la Piedra, en estos términos podremos encontrar fácilmente una salida de esa situación.

                   En este caso particular, las técnicas. Éstas se deben practicar y mejorar a medida que se entrena más y más tiempo, podemos justificarlo empleando una mítica y objetiva frase, expresada por el fallecido actor y artista marcial Chino Bruce Lee:

“No temo al hombre que ha lanzado 10.000 patadas diferentes,

temo al hombre que ha lanzado la misma patada 10.000 veces”.

                   Una clara interpretación dice que una persona adquiere maestría al demostrar dedicación, constancia y disciplina en su entrenamiento, sea cual sea la habilidad que pretende desarrollar. Es por esto que se hace tanto énfasis en la práctica del Kihon, éste y las combinaciones de movimientos de los Kata determinan el repertorio y la calidad de las técnicas que somos capaces de emplear al realizar Kumite.

                   Los cuatro elementos están ordenados de esa manera para aprender a aplicar correctamente nuestro Ki a través del Kime, algunas personas solo quieren entrenar los golpes y bloqueos, y olvidan poner ese mismo empeño en las posturas, como resultado, nuestras técnicas no funcionan correctamente, y se le suma ese infundado temor a ser golpeados. Debemos entrenar cada uno por igual, tanto la mirada, la postura y la intención, como las técnicas.

                   Cuando efectuamos un golpe, el cuerpo que oficia de receptor absorbe y disipa la parte de la energía que aplicamos a través de la técnica, y nuestro propio cuerpo también absorbe y disipa una porción de esta energía, eso disminuye el efecto del impacto. Este efecto se asemeja a los principios de la física / óptica de refracción y reflexión que se produce cuando una onda impacta sobre la superficie de separación entre dos medios de distinta naturaleza. Y también aplica la Segunda Ley de Newton, la fuerza aplicada sobre un cuerpo es directamente proporcional a la magnitud de la fuerza resultante que actúa sobre él, e inversamente proporcional a la masa del cuerpo considerado. Simplificando esta expresión podemos decir que el factor más importante al realizar una técnica es tanto la aplicación de la fuerza y el índice de masa corporal de quien efectúa la técnica, como la resistencia física que aplique su oponente al realizar su ataque al ataque o defensa.

                   Si el Kiai es la acción de proyectar el Ki empleando un grito a través del aire, que es teóricamente intangible, el KIME se dará como resultado de proyectar el KI a través de un cuerpo tangible, al concentrar toda nuestra fuerza física y mental en ese instante final.

                   En la práctica de Karate, tradicionalmente se practica la aplicación de ambos procesos en el momento de la expulsión de Ki por la garganta, no se trata del mismo grito que conocen los practicantes de Karate de la actualidad, el proceso antiguo cierra la respiración por unas décimas de segundo y todo nuestra musculatura queda contraída momentáneamente, evitando así que nuestro propio cuerpo absorba y disipe esa parte de la energía que “retorna” del golpe que realizamos.

                   Además de esto, el Kiai estimula exponencialmente la potencia estática del golpe porque no activa las células de contracción lenta (Células ST) que utilizamos en los esfuerzos normales tanto del ámbito cotidiano como en el deportivo, sino las células de contracción rápida (Células FTa – FTb) que se activan solo en casos especiales, o ante situaciones de esfuerzo extremo. Aunque esto a costa de un consumo extraordinario de energía del cuerpo. La diferencia se percibe claramente al realizar Kata, si realizamos una serie de movimientos empleando las Células de Contracción Lenta, nuestro desempeño deja en evidencia la falta de Kime, más aún si lo hacemos sin Kiai o Todome. Cuando empleamos las Células de Contracción Rápida el Kata se ve completamente diferente. Llegará un momento durante nuestro entrenamiento donde no podamos evitar emplear todo el cuerpo para realizar una técnica, he comprobado empíricamente que a un Artista Marcial le resulta muy difícil, sino imposible, realizar un golpe como cuando era una persona carente de conocimiento marcial.

                   La correcta aplicación del Kime involucra el paso de la relajación a la contracción de los músculos en el momento del impacto. Un ciclo de relajación-tensión, ir de 0 a 100. Cuando el golpe detiene su trayectoria, la energía debe continuar y traspasar el plano físico de nuestro objetivo. Cuando se lanza un golpe es muy importante realizar el recorrido de cada técnica con la musculatura implicada en su ejecución totalmente relajada, consiguiendo así una mayor velocidad y explosividad de los movimientos, a la vez que evitamos el cansancio prematuro, pues gastaremos menos energía durante el trayecto, y seremos capaces de aplicar la máxima eficacia de la técnica en el impacto.

                   El cerebro envía la orden sináptica de realizar una técnica, con lo que el movimiento se desencadena a partir de una contracción muscular máxima de los músculos implicados en el movimiento. Esta contracción ha de ser explosiva, o sea que debe producirse en un intervalo de tiempo mínimo, décimas de segundo. Debemos tener en cuenta cuál será la musculatura directamente implicada en la ejecución de la técnica e identificar los músculos que hacen posible el movimiento (agonistas); en el caso de un Tsuki o golpe directo, sería el tríceps, por consiguiente el antagonista, que es el que se opone a tal movimiento, será el bíceps, éste debe estar relajado para no restar velocidad ni efectividad a la técnica, y los sinergistas, que colaboran con los agonistas en la realización del movimiento serán los músculos del pecho y los dorsales que serán involucrados en pos de la ejecución de ese golpe.

                   Una vez que la técnica se ha iniciado, la musculatura del brazo debe relajarse. Esto permitirá que el brazo alcance su máxima velocidad, esto conlleva un aprovechamiento más efectivo de la técnica. Una vez alcance su destino, la extensión precisa del brazo coincidirá con una contracción máxima de esa musculatura implicada. Ésta debe durar lo suficiente como para permitir que la energía del golpe se transmita a nuestro oponente, y no olvidemos los principios antes mencionados, al golpear contra algo con una fuerza determinada ese algo nos devolverá una fuerza igual pero en sentido inverso al que hemos aplicado. Si una vez aplicada la técnica la tensión cesa en ese mismo momento, parte de la energía del golpe se perderá, mientras que si se mantiene la contracción máxima durante unos instantes se logra un doble efecto de la técnica y la transmisión completa del Kime. No hay que olvidar que, para un perfecto aprovechamiento del Kime, es necesario llevar el brazo contrario al Hikite, de modo que coincida el momento de aplicación del Kime con la llegada del puño contrario al Hikite. En Karate, el entrenamiento en las Artes Marciales debe ser exigente, además sirve para fortalecer el cuerpo, pero como hemos dicho, la “fuerza bruta” no es suficiente. Si únicamente se fortalecen y utilizan los músculos, y todo depende de la fuerza física, una persona pequeña o más débil nunca podría vencer a otra físicamente más fuerte. Un practicante de Artes Marciales puede ser capaz de vencer en combate a una persona físicamente más fuerte debido a su mayor experiencia y dominio de las técnicas de defensa, contra ataque y ataque, y porque por más que no posea músculos igual de fuertes, sabe utilizar correctamente los que posee, y aplicar la fuerza de todo el cuerpo sacando el máximo provecho a las herramientas de las que dispone. Los tres elementos fundamentales para conseguir generar y aplicar la máxima potencia en las técnicas son una posición firme, el giro de cadera y la respiración.

                   Las Artes Marciales pretenden ir más allá de la fortaleza física y hacer que el individuo llegue a dominar la energía interna del cuerpo. Los músculos se debilitan a medida que el cuerpo envejece, pero los Grandes Maestros, en edades avanzadas, han conseguido tras varios años de entrenamiento, adquirir un dominio de la energía que les hace ser claramente superiores en fuerza, más fuertes incluso que los practicantes más jóvenes, en plenitud de sus facultades físicas. La fuente de esta energía es el Hara. La clave principal para lograr generar este poder está en la respiración. No es algo fácil de alcanzar, en absoluto, muchas escuelas poseen Kata específicos para aprender a emplear correctamente la respiración, solamente los más devotos a tales formas han logrado aproximarse al correcto uso de ese poder, el empleo del Ki desde el entrenamiento de la respiración implica uno de los objetivos principales de cada practicante y una de las metas más elevadas dentro del Karate-Do.

 

Referencias: 

“Kime” por Jesse Enkamphttps://www.youtube.com/watch?v=ceTQkGxyyN0

“Kime” de Karate Colindreshttps://karatecolindres.blogspot.com/2010/02/kime.html

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